Una de mis aficiones es la fotografía, no soy buena fotógrafa, pero ver fotografías, si estas son buenas, es algo que me encanta.
Hay una foto, concretamente, que siempre me gustó, se trata de esta foto:
Pues bien, yo poco sabía de esta foto, Solo que la había hecho un tal Kevin Carter en el año 1993, que había recibido el premio Pulitzer y que se había suicidado un año después.
Ayer leyendo “El Mundo” descubrí cosas sorprendentes sobre esta foto. Descubrí que este fotógrafo se suicidó porque, cuando la foto se publicó le llovieron las críticas, decían de él que era un carroñero, que se había limitado a tomar la foto y luego se había ido, dejando al niño a merced del buitre.
Si os fijáis bien en la foto, veréis que el niño (y no niña, que era lo que se pensaba que era) tiene una pulsera. Esta pulsera se la dieron en la estación de comida de la ONU instalada en aquel lugar, es decir, el niño estaba en tratamiento por desnutrición y no a la intemperie como se creía. Nadie vió morir a este niño, pero todos le prejuzgaron.
Esto me sirve para otra reflexión, como somos los seres humanos, no vemos mas allá, nos dejamos llevar por la primera impresión y juzgamos severamente a todos cuantos nos rodean y muchas veces las consecuencias que traen son catastróficas.
Por si os interesa, os diré que este niño, de nombre Kong Nyong no murió, llegó a la edad adulta aunque murió hace 4 años como consecuencia de unas fuertes fiebres. He aquí una foto suya.
Desde aquí mi pequeño homenaje a Kevin Carter.